Oriente y Occidente
Suzuki
Señala las actitudes de Oriente y Occidente hacia la realidad, comparando un haiku (pequeño poema japonés) de Basho y un poema de Tennyson, tema igual con enfoques diferentes.
"Cuando miro con cuidado
¡Veo florecer la nazuna
junto al seto!"
"Flor en el muro agrietado
Te arranco de las grietas;
Te tomo, con todo y raíces, en mis manos,
Florecilla - pero si pudiera entender
Lo que eres, con todo y tus raíces, y, todo en todo,
Sabría qué es Dios y qué es el hombre."
Basho en su poesía es intuitivo, contempla y comprende, deja flor en su lugar, sabe.
Temyson en cambio es analítico y activo y tiene que arrancar la flor, matarla para tratar de entender.
Tennyson conceptualiza, Oriente es silencioso, mientras que Occidente es elocuente. Pero el silencio oriental no significa quedarse sin palabras o sin habla. El silencio es tan elocuente como las palabras. Occidente gusta del verbalismo. Son dos puntos de vista básicos y opuestos de considerar el mundo.
El inconsciente para el Budismo Zen, habla de este concepto calificándolo de "pre-científico" puesto que la concepción del Budismo Zen trata de penetrar en el objeto de manera directa.
Para el zen, el inconsciente es la fuente de la creatividad. El sentimiento del inconsciente señala la "edad de la Inocencia", antes de la conciencia caótica de la división. La "conciencia" en la que vivimos es para el zen, superficial, es el origen de las preocupaciones, del miedo, de la inseguridad.
Nos dice que mientras el inconsciente es instintivo, no va más allá del de los animales o los niños. No puede ser el del hombre maduro. Lo que, pertenece a este último es el inconsciente adiestrado en el que todas las experiencias conscientes por las que ha atravesado desde la infancia son incorporadas como constituyentes de todo su ser.
La concepción del "yo" en el Budismo Zen es inaccesible, puesto que su tendencia aleja al objeto para tratar de conocerlo. Y mientras permanecemos fuera, somos extraños, podremos saber algo de las cosas, pero no las conocemos. El zen por el contrario propone la dirección opuesta, conocerse a sí mismo, es conocer al yo, al yo debe conocérsele sin salir de uno mismo.
Lo que distingue la experiencia del yo es que está saturado por el sentimiento de autonomía, libertad, autodeterminación y capacidad creadora. El verdadero yo es metafísico.
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